Una nueva historia de la corrupción que impera en el estado queda demostrada, ahora con el comisario de Guadalajara, Juan Pablo Hernández González, señalado como uno de los narco-comisarios que trabajan y tienen compromisos con la delincuencia organizada, como lo dice la nota que ahora está circulando gracias al periódico Mural, del grupo Reforma, que habla de las reuniones entre miembros de la delincuencia organizada y los comisarios de Zapopan y Guadalajara.
El asunto data del año 2018, cuando Juan Pablo Hernández González, el llamado “03”, Jorge Alberto Arizpe García, el “02” y Roberto Alarcón Estrada, el “01” de la Comisaría de Zapopán, hacían arreglos con los carteles de las drogas. Ya se sabía desde entonces que Arizpe García tenía relaciones con la delincuencia organizada por medio de su ahijado, Severo Flores Mendoza, boletinado hace unos meses por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos como colaborador del grupo criminal CJNG, y del mal manejo de la Comisaría de Zapopán.
A pesar de las múltiples quejas y de los varios señalamientos que tienen estos funcionarios, el gobierno del estado los siguen dejando manejar las Comisarías de Zapopán y Guadalajara, y hasta los premian dándoles puestos fuera del organigrama oficial que se inventan para tener el control de la zona metropolitana, como el de la “Cordinacion Metropolitana”, creada por el alcalde Pablo Lemus, donde se nombró a Roberto Alarcón Estrada como dirigente, siendo este otro de los narco-comisarios.
La nota de Mural da lugares, nombres y fechas a los hechos que se siguen acumulando como pruebas del mal actuar de estos funcionarios que debieran garantizar la seguridad de los ciudadanos y el respeto a la ley. Desde todos los espacios independientes, ciudadanos preocupados le preguntamos al gobierno del Estado de jalisco qué esperan para deshacerse de esos comisarios probadamente corruptos, coludidos con el crimen y dueños de un poder y de una influencia superior al uso de sus funciones que usan para facilitar la operación de grupos criminales en la entidaCORRUPCIÓNCORRUPCIÓN