La metafísica es un método de abordar los fenómenos de la Naturaleza, el modo de estudiarlos; método diametralmente opuesto a la dialéctica. El método metafísico fue una fase, históricamente condicionada, en la evolución del pensamiento humano.
La desintegración de la Naturaleza en sus partes integrantes, la división de los diversos fenómenos y objetos de la Naturaleza en determinadas clases, fue condición importantísima para los enormes éxitos que las ciencias naturales habían alcanzado durante los siglos XV-XVIII. Pero este modo de estudio dejó el hábito de examinar los objetos y los fenómenos al margen de sus conexiones, al margen del desarrollo y del cambio.
Para el metafísico, las cosas y sus imágenes mentales, es decir, los conceptos, son objetos aislados, inmutables, fijos, dados de una vez para siempre, enfocados uno tras otro e independientemente el uno del otro. Los metafísicos veían en la Naturaleza un conglomerado casual de objetos y de fenómenos, aislados unos de los otros y sin ninguna relación de dependencia entre sí. Concebían la Naturaleza como algo quieto, inmóvil, fijo e inmutable; consideraban el proceso de evolución como un simple proceso de aumento cuantitativo, en el que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios cualitativos. Desde el punto de vista de los metafísicos, las cosas no llevan implícitas contradicciones internas; la fuente del desarrollo es la colisión de las fuerzas exteriores contrapuestas.
Con la creación del materialismo dialéctico de Marx y Engels y con el desarrollo del conocimiento científico de la Naturaleza, la concepción metafísica del mundo sufrió un colapso total. Pero a la metafísica continuaron y continúan aferrándose los reaccionarios de toda índole que desesperadamente tratan de defender lo viejo, de volver hacia atrás la rueda de la historia. Los teóricos burgueses no se cansan de “demostrar” la eternidad del capitalismo. “Ella (la Economía política burguesa –N. de la E.), considera el régimen capitalista, no como una etapa, históricamente transitoria de la evolución, sino, por el contrario, como la forma absoluta, final, de la producción social”.
En posiciones metafísicas estaban situados los populistas rusos, que negaban la desintegración de las comunidades campesinas y el crecimiento del proletariado industrial; posiciones metafísicas ocupan los revisionistas y oportunistas de la Segunda Internacional, que niegan el carácter irreconciliable de las contradicciones de clase y que argumentan que la transición del capitalismo al socialismo debe efectuarse sin saltos, sin la revolución proletaria, mediante la evolución pacífica del capitalismo al socialismo. En la historia de la filosofía se entendía por metafísica la parte de la filosofía que estudiaba los fenómenos que rebasan los límites de la experiencia.
El método metafísico fue una etapa, históricamente condicionada, en el desarrollo del pensamiento humano. La descomposición de la naturaleza en sus diversas partes, la división de los distintos fenómenos y objetos de la naturaleza, en determinadas clases, fue condición, asaz importante, para aquellos inmensos éxitos que lograron las ciencias naturales en el período de los siglos XV-XVIII. Pero, ese método de estudio nos dejó el hábito de considerar los objetos y fenómenos fuera de sus relaciones, de su desarrollo y de su cambio. Para la metafísica, las cosas y sus reflejos intelectuales, es decir, los conceptos, son objetos esencialmente distintos, inmutables, congelados, dados de una vez para siempre y sometidos a la investigación uno después de otro e independientemente uno de otro.